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viernes, 27 de abril de 2018

La verdadera historia de Don Quijote y Sancho

Bien, señores —dijo el erudito Mostaza en la cultísima tertulia de la cafetería Mister Q, en el pueblo castellano de Argamasilla de Alba—, no diré que el libro ese de Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, carezca de méritos, y admito que el principal es que ha dado fama e incluso inmortalidad a nuestros queridos coterráneos don Alonso Quijano y don Sancho Panza. Pero a tal libro, quizá genial desde un punto de vista meramente literario, no se le puede en serio tener por la veraz historia de los susodichos ilustres manchegos, pues parece que el mismo don Miguel, tal como el demente hidalgo propuesto en su libro, era muy dado a leer obras de desmedida ficción: los llamados libros de caballerías. Pienso que cuando, pasando noches de claro en claro y días de turbio en turbio, el manco de Lepanto transcribía la crónica del tal Cide Hamete Benengueli, a veces sufría ¿o gozaba? fuertes alucinaciones. Así resultó que la obra, que él creía cabalmente documental, vino a ser un libro de caballerías más, con todas sus delirantes e hilarantes aventuras, aunque hipotéticamente ocurridas en esta tierras de La Mancha, donde la realidad ocurre en modo muy fuerte. Con esa sospecha, yo, humilde y empeñoso historiador de los pueblos manchegos, he estudiado viejos papeles y pergaminos, y he logrado reconstruir la historia de don Alonso y don Sancho, la cual os la diré si queréis escucharla. 




CRÓNICA DE LA COMPAÑÍA TREBISONDA

Cuando, el viejo actor don Alonso Quijano, después de haber representado en todos los tablados, patios y corrales de teatro de España y Portugal los más nobles papeles del repertorio clásico, se retiró a su pueblo natal para vivir en el ocio y la remembranza de los gloriosos días, he aquí que un bien acomodado labriego del lugar, de nombre Sancho Panza, aficionado al teatro, lo visitaba y se embelesaba oyéndole contar sus recuerdos. Así, de charla en charla y de vaso de vino en vaso de vino, ocurrió que una tarde Sancho le propuso  a don Alonso que retornara a su arte y se fuesen los dos en sociedad por los caminos para dar funciones en los teatros y corrales de comedia de los pueblos de La Mancha, y de toda Castilla, y de España toda, de modo que, poco a poco colectando a otros actores aficionados y/o profesionales, formasen una compañía teatral itinerante.

La Compañía Trebisonda, pues, quedó compuesta, en el comienzo, pero luego para siempre, con sólo sus dos fundadores, más un caballo que montaba don Alonso y un asno en que iban Sancho y los bártulos escénicos. Recorrieron así la horizontal y ancha Castilla dando funciones en las ventas, en los mesones, en las posadas, en las plazas, en los patios y corrales y, en una ocasión, en un palacio ducal. Pronto abandonaron el repertorio clásico porque no interesaba al público popular, e iban de función en función improvisando una cambiante comedia en la cual Quijano interpretaba al legendario y sublime caballero Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza ponía en pie a su rústico escudero, hombre de aspiraciones más terrenales, pues, como él mismo decía, no se hizo para la miel el hocico del asno.

Pero sucedía que Quijano, que por su edad tenía mal barajada la memoria, trastocaba los monólogos y los diálogos insertándoles olvidos y errores, y, para disimularlos, extremaba los efectos truculentos hasta llevarlos a la parodia involuntaria, mientras que Sancho, que al principio había querido actuar su papel en registro serio y luego fue descubriéndose una vena cómica, metía refranes de la sabiduría popular y esos chistes improvisados que la jerga teatral llama morcillas. Así lograban que tanto los dramas como las comedias regocijaran al bajo pueblo y, en una inolvidable ocasión, implicaran y divirtieran a unos copetudos duque y duquesa.

Al acabar cada representación, Sancho pasaba el sombrero y colectaba las monedas, los panes, los chorizos, los quesos (manchegos), y, en ocasión también inolvidable, se obtuvo un pollo asado (aún caliente) y una botella de vino (de mesa) como pago de la muy reída función aportada a las fiestas nupciales del rico Camacho.

MILONGA VIDEOS






GIF.







OPERACIÓN TRIUNFO.


MANOLO ESCOBAL


Dónde viven las hadas



¿Dónde viven las hadas?
Las hadas son seres mitológicos, con apariencia de humano a quienes se les atribuyen poderes. Estos pequeños seres habitan en lo más profundo de los bosques frondosos, en donde se puede encontrar gran cantidad de flores muy coloridas ya que a ellas les atraen mucho, pero no es su único hábitat ya que se dice que también habitan con nosotros, ayudándonos, tratando que nuestras vidas sean más llevaderas, por ser su energía muy positiva, eso hace que nos sintamos en armonía y lo exterioricemos a los demás. Donde viven las hadas habrá un equilibrio con relación a los elementos de la naturaleza.

Dónde viven las hadas

Se cree que las hadas controlan los elementos como el fuego, el aire, la tierra y el agua. Se menciona que los adultos no tienen la capacidad para poder ver a estos pequeños seres y ese don solo se les he dado a los pequeños niños que tienen fe en ellas.

ORIGEN DE LAS HADAS
Se escucha hablar de muchas leyendas acerca del origen de las hadas, uno de ellos es que son ángeles rebeldes que fueron desterrados a vivir en el aire, en el mar, en abismos etc. Otra leyenda afirma que son los espíritus de niños muertos que no recibieron el santo bautismo.

También se cree que al comienzo de la formación de océanos y montañas las hadas vivían en una zona especifica de la tierra, después de ello se fueron esparciendo en todo el mundo, tomando nombres específicos por ejemplo hadas en los grandes campos, gnomos debajo de la tierra, en los prados se les llamaron elfos, duendecillos traviesos que habitan todo el mundo.



ALIMENTACIÓN DE LAS HADAS
Su alimentación viene de productos naturales, por ello donde viven las hadas encontraremos miel, flores y néctar que son sus principales alimentos. No consumen carne de ningún tipo de animal.

RELATOS SOBRE HADAS
Se cree que las hadas pueden cambiar su apariencia física, aunque también se cree que no es que cambien de apariencia, sino que nuestra mirada hace que las veamos de otro modo. El cambio de forma les ocasiona una gran pérdida de energía dependiendo del tamaño a transformarse, cuando necesitan transformarse en un ser humano tienden a delatarlas algún miembro deforme como lo es la nariz, las orejas, el pecho etc. Es por ello que ellas prefieren quedarse con esa forma y ese tamaño pequeño.




Las hadas viven en comunidades y poseen diferentes poderes, poseen dos pares de alas, y se cree que algunos animales que tienen desarrollado el sentido de la vista, oído y olfato se pueden percatar de su presencia.

Son pocos los seres humanos que pueden observar a estos seres pero los que las ven las describen como seres con apariencia angelical, con cabello rubio o pelirrojo, ojos verdes, algunas van desnudas y otras visten capas y túnicas de colores primaverales, ellas se reúnen, bailan y cantan en coros.

Donde viven las hadas se pueden encontrar muchos tipos de animales que son atraídos a ellas. Las hadas buscan la forma de pasar desapercibidas por el hombre y el mejor momento para buscarles es cuando hay luna llena, se cree que en invierno no se les encuentra activas ya que tienen ciertas características perecidas con los animales que invernan, así que duermen durante un largo periodo de tiempo.

viernes, 20 de abril de 2018

ANTONIO MACHADO

Antonio Machado
(Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.


Antonio Machado

Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con Rubén Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle-Inclán y Miguel de Unamuno.

En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, cuidad en la que dos años después contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensión para estudiar filología en París durante un año, estancia que aprovechó para asistir a los cursos de filosofía de Henri Bergson y Joseph Bédier en el College de France. Tras la muerte de su esposa en 1912, pasó al instituto de Baeza.

Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó luego su cátedra en Segovia, y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil Española (1936-1939) se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de Colliure.

La obra de Antonio Machado

Los textos iniciales de Machado, comentarios de sucesos y crónicas costumbristas escritos en colaboración con su hermano y firmados con el seudónimo Tablante de Ricamonte, aparecieron en La Caricatura en 1893. Sus primeros poemas se publicaron en Electra, Helios y otras revistas modernistas, movimiento con el que Machado se sentía identificado cuando comenzó su labor literaria.



Antonio Machado

No obstante, aunque las composiciones incluidas en Soledades (1903) revelaron la influencia del modernismo, el autor se distanció de la imaginería decorativa de la escuela rubeniana para profundizar en la expresión de emociones auténticas, a menudo plasmadas a través de un sobrio simbolismo. En su siguiente libro, Soledades, galerías y otros poemas (1907), reedición y ampliación del anterior, se hizo más evidente el tono melancólico e intimista, el uso del humor como elemento distanciador y, sobre todo, la intención de captar la fluidez del tiempo.

Al igual que Unamuno, Antonio Machado consideró que su misión era "eternizar lo momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y transformar el poema en "palabra en el tiempo". En los años posteriores se acentuó su meditación sobre lo pasajero y lo eterno en Campos de Castilla (1912), pero no por medio de la autocontemplación, sino dirigiendo la mirada hacia el exterior, y observó con ojos despiertos el paisaje castellano y los hombres que lo habitaban. Una emoción austera y grave recorre los poemas de este libro, que evoca la trágica España negra tan criticada por la Generación del 98 desde una perspectiva regeneracionista, al tiempo que se describe con hondo patriotismo la decadencia y ruina de las viejas ciudades castellanas.


Autógrafo de Antonio Machado

En su siguiente volumen de poemas, Nuevas canciones (1924), el autor intensificó tanto su enfoque reflexivo como la línea sentenciosa de los "Proverbios y cantares" incluidos en el libro anterior. Esta tendencia filosófica se había manifestado ya entre 1912 y 1925, etapa en la que Machado redactó una serie de apuntes que verían la luz póstumamente con el título de Los complementarios (1971).

En este cuaderno, miscelánea de lecturas, esbozos y reflexiones cotidianas, aparecieron por primera vez sus heterónimos, el filósofo y poeta Abel Martín y su discípulo, el pensador escéptico Juan de Mairena. Ambos son personajes imaginarios que permitieron expresar al creador sus ideas sobre cultura, arte, sociedad, política, literatura y filosofía, especialmente en el libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1936).

Paralelamente, en las ediciones de Poesías completas de 1928 y 1933 se decanta una lírica de tema amoroso y erótico inspirada por la que fue, tras la muerte de su esposa, su gran pasión en la vida real, Pilar de Valderrama, llamada Guiomar en dichos versos. Ya durante la contienda civil, Machado escribió algunos poemas y varios textos en prosa, parte de los cuales fueron recogidos en La guerra (1937). Se trata de escritos testimoniales, plenamente incardinados en las circunstancias históricas del momento.