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sábado, 31 de marzo de 2018

SANT JORDI


La historia de Sant JordiCultura 22 abril 2017  Sergi Tortell  Cataluña
Sant Jordi, el día de la rosa y el libro (c) Gencat.cat
Sant Jordi, el día de la rosa y el libro (c)
Gencat.cat

Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, en Cataluña habitaba un dragón que tenía atemorizados a todos sus habitantes. El hambriento y despiadado dragón solía sobrevolar las pequeñas poblaciones aniquilando su ganado e incluso, en ocasiones, devorando algún niño que se cruzaba por su camino. Nada ni nadie era capaz de enfrentarse a él; no existía forma de terminar con tanta miseria.

Los animales fueron desapareciendo bajo las zarpas del feroz y desalmado dragón, hasta tal punto que no hubo más forma de satisfacer los deseos de la bestia y los sacrificios humanos tuvieron que ser planteados.

De tal modo que el Rey no tuvo más opción que convocar al pueblo para realizar un sorteo en el que todos, nobles y vasallos por igual, se irían sacrificando uno a uno para mantener estabilizado el apetito del dragón.

Escultura de bronce de Sant Jordi (Frederic Marès) en el Palau de la Generalitat.(c) gencat.cat
Escultura de bronce de Sant Jordi (Frederic Marès) en el Palau de la Generalitat.(c) gencat.cat

Llegó la hora del sorteo y, para sorpresa de todos, la primera persona en ser sacrificada debía ser la princesa de Catalunya, la hija del Rey. Su majestad el Rey, un hombre justo con su pueblo, triste y desolado, oredenó que llevaran a la princesa al lugar donde debía ser entregada al dragón. La princesa, asustada, no protestó y aceptó que el sacrificio era necesario por el bien de su amado reino. El pueblo lloraba desconsolado viendo partir a uno de los seres más queridos del reinado, indefensa, triste, aterrorizada.

Llegó la hora, no parecía existir vuelta atrás, el dragón afilaba sus colmillos, la presa estaba dispuesta y preparada. Pero en aquél momento, en el horizonte, apareció un jinete montado en un precioso caballo, que se dirigía raudo y veloz al lugar donde el dragón iba a llevar a cabo el mayor sacrificio que se recordaba en el reinado.

Era el caballero Jordi, un valiente e intrépido guerrero llegado de las tierras del Norte, dispuesto a luchar contra el dragón y liberar a la princesa de sus zarpas. La batalla fue cruel y encarnizada, pero finalmente Jordi, con su lanza, logró llegar al corazón del dragón, que murió desangrado.

Cuentan que de la sangre del dragón creció un rosal, y que Jordi se acercó a él, arrancó una rosa, y se la regaló a la princesa, que libre y emocinada, se entregó a los brazos del bravo guerrero que acababa de salavarla a ella y a su amado pueblo.

Pasados los años, la princesa dejó plasmadas sus memorias en un libro que fue pasando de mano en mano, de generación en generación, hasta nuestros días, en los que seguimos recordando esta historia, una historia de valentía, coraje y solidaridad, una historia de amor, la historia de Sant Jordi.

Hoy, 23 de Abril, todos recordamos a nuestro heroe Sant Jordi, y en su honor las damas regalan un libro a sus estimados hombres y los caballeros regalan una rosa a sus queridas mujeres.

Feliz día de Sant Jordi.

viernes, 9 de marzo de 2018

Naranjas de la China, Mandarinas de la Conchinchina



Todo lo dicho anteriormente acerca del valor nutritivo y de los usos medicinales de las naranjas sólo es de aplicación para la naranja en crudo o recién exprimida, lógicamente cuando sometemos a un tratamiento térmico de cocinado a la naranja mezclada con otros ingredientes sus propiedades varían, produciéndose en todo caso una disminución de su contenido vitamínico.

    Por ello, para facilitar el consumo de naranja de los más perezosos a la hora de pelarla, aparte de comerla en crudo a gajos, podemos tomarla también cortada en rodajas y espolvoreada con canela molida y, si todavía está poco madura –dulce– de azúcar.

    Para introducir la naranja en la dieta de los niños podemos hacerles una papilla de plátano y zumo de naranja. Si nos queda muy líquido podemos ponerle alguna galleta o cereales en polvo. Resulta delicioso y muy nutritivo para los chavales. Recuerdo que de chico a mí me gustaba hacérmela con plátano, zumo de limón y azúcar.

Recetas

    Cuando en casa disponíamos de mucha naranja aprendí de mi abuela Luisa a elaborar dos deliciosos sencillos postres:

- Bizcocho de naranja: raspar la piel de una naranja y posteriormente pelarla quitándole todo el blanco. Batir la naranja, con la picadura de piel, 150 g de azúcar, 3 huevos, 100 g de aceite, 200 g de harina y un sobre de levadura. Poner en el molde y hornear a 180ºC unos 20 minutos, o hasta que al pinchar con un tenedor éste salga limpio.

- Flan de naranja: Preparar, en una flanera al baño de María, el caramelo con azúcar, agua y unas gotas de limón. Aparte cocer lentamente el zumo de cuatro o cinco naranjas grandes y maduras junto con 200 gramos de azúcar hasta que rompa a hervir y unos tres minutos más. Batir 6 yemas y un huevo entero y mezclar con el jugo de naranja cocido y rellenar la flanera caramelizada. Poner la flanera a cocer al baño de María hasta que cuaje el flan.

    Pero las naranjas también pueden formar parte de platos salados como las ensaladas, a las que aporta su toque agridulce y refrescante. Poner unas rodajas de tomate, sobre ellas otras de naranja y sobre éstas una mezcla de requesón y cebolla morada picada. Aliñamos con albahaca, aceite, vinagre (mejor si es de Módena) y sal.

    Incluso de platos más sofisticados, por ejemplo, bacalao a la naranja: Sofreir cebolla y champiñón. Mientras, salamos los lomos de bacalao (si no están previamente salados) y sazonamos con un poco de jengibre en polvo. Por último vertemos el zumo de dos naranjas y cocemos.

    Por último, una receta con mandarinas, lomo de cerdo con mandarinas: Rallar la piel de una mandarina. Extraer el zumo de dos y ponerlo en un recipiente con la ralladura, una cucharadita de azúcar y otra de vinagre, un chorro de vino tinto, sal y pimienta y mezclar muy bien. Colocar la cinta de lomo en un recipiente y cubrir con la marinada, dejándolo toda la noche. Sofreir la carne escurrida con un poco de cebolla y cuando esté dorada incorporar la marinada y un poco de agua. Tapar la olla y cocer. Batir la salsa hasta que quede bien fina. Servir la carne cortada, acompañada con la salsa y gajos de mandarina.

LAS LEYENDAS Y EL SIMBOLISMO DEL ACEITE DE OLIVA.


La palabra aceite proviene del árabe az-zait que significa “jugo de aceituna” y es un término generico que designa numerosos líquidos grasos de orígenes diferentes.

Es sinónimo de oleo, que etimológicamente proviene del latín oleum, pero este término se reserva para los sacramentos dela Iglesia Católica.

Si bien la palabra se ha generalizado para denominar así a aceites vegetales, animales o minerales, originalmente sólo designaba al aceite de oliva.

El olivo tiene una larga historia, unida a su vida centenaria y es por eso que nos interesó reproducir las leyendas y el simbolismo del aceite de oliva del libro “Historia  natural y moral de los alimentos”.

No dudamos que disfrutarán de su lectura porque, como se verá, el simbolismo del aceite de oliva tiene un profundo significado!


Las leyendas y el simbolismo del aceite de oliva*
Todos los pueblos mediterráneos antiguos reivindican, cada uno para sus dioses, el descubrimiento y el empleo del olivo. Tiene connotaciones que expresan los mejores símbolos: paz, fecundidad, fuerza, victoria, gloria e incluso la purificación y lo sagrado.

Para los egipcios de hace seis mil años, corresponde a Isis, “diosa suprema” y esposa de Osiris, el mérito de haber enseñado su cultivo y empleo.

Los griegos reclaman a gritos ese honor para Palas Atenea. Aunque las malas lenguas afirman que esta diosa no es más que una transformación de Isis, los griegos sostienen que la Inmutable Sabiduría, protectora de las Ciencias y las Artes, salió con su armadura del cerebro de Zeus. (En Roma, el olivo estaba consagrado a Minerva y a Júpiter, homólogas de Atenea y Zeus.)

Un día, ante la asamblea de los dioses, Atenea y Poseidón, dios del mar, se disputaban la entrega del Ática.  Se sabe que los primeros habitantes de Grecia se establecieron en la periferia marítima hasta que los invasores indoeuropeos llegaron desde los Balcanes e impusieron una civilización de agricultores y pastores.

Poseidón, poco preocupado sin duda por parecer pasado de moda, hizo surgir de los abismos del mar el caballo “hermoso, rápido, capaz de tirar de carros pesados y de ganar las batallas”. En los montes de detrás del Erecteión, Atenea hizo crecer un olivo “susceptible de proporcionar la llama a iluminar las noches y aliviar las heridas y de generar un alimento precioso, rico en sabor y suministrador de energía”.

Los dioses juzgaron que el árbol, símbolo de la paz, era de mayor utilidad para la humanidad que el caballo, imagen de la guerra.

Concedieron a la diosa la soberanía de la región y de la ciudad fundada por Cécrope y su padre.  Desde entonces lleva el nombre de Atenas.

El primer olivar fue considerado durante mucho tiempo como un tesoro, pues estos árboles viven mucho.  Los olivos nacidos de los huesos de las aceitunas de éstos serían los que hoy se ven en la Acrópolis.

El nombre de la colina recuerda que Acropos, hijo de Cécrope, enseñó el arte de extraer el aceite.  Por eso, al pasear por allí, no debemos olvidarlo.

Otra leyenda relata que en el año 480 a. c., durante las guerras médicas, el ejército persa de Jerjes se apoderó de Atenas y prendieron fuego a la Acrópolis, donde los árboles divinos ardieron como antorchas.  Cuando los griegos volvieron tras la victoria de Salamina, no había más que ruinas y cenizas.

Era característico de la progenie divina nacer bajo un olivo: así en Delos, que Poseidón hizo surgir oportunamente de las olas con sus campos y bosques, la ninfa Latona dio a luz a los gemelos Foebe y Apolo, la luna y el sol, fruto de sus amores adúlteros con el señor del Olimpo. Rómulo y Remo, como descendientes de dioses, nacieron bajo un olivo. Y, según los romanos, Hércules habría recibido el encargo de propagar el olivo por el Mediterráneo en su periplo de los doce trabajos.

Para el Génesis, la paloma que soltó Noe al final del Diluvio volvió al arca con un ramito de olivo en el pico, como testimonio del apaciguamiento de la cólera divina.

En el Huerto de los Olivos, Jesús rezará y llorará su Pasión: “Padre, padre, por qué me has abandonado?”.  Su cruz será de madera de olivo.

La Biblia narra en el Libro de los Jueces que los árboles decidieron un día elegir un rey. Naturalmente, se dirigieron al olivo milenario, portador de experiencia y sabiduría, y le dijeron: “Reina sobre nosotros”. El olivo les respondió: “Puedo yo renunciar a mi aceite que me asegura el homenaje de Dios y de los hombres para reinar sobre los árboles?”.

No sólo Moisés indica, siguiendo los consejos del Padre Eterno, que se hagan oblaciones con pasteles de “harina flor”, amasados con aceite de oliva (Exodo, 29 y Levítico, 2), sino que, en el transcurso del Éxodo, había aprendido de Yavéh a hacer con aceite de oliva, “mezclado con las mejores hierbas aromáticas”, un aceite para la unción santa, para el mobiliario del santuario y para Aaron y sus hijos: “Los santificarás para que estén a mi servicio como sacerdotes”.

De ese aceite que ungía a los sacerdotes y reyes de Israel confiriéndoles autoridad, poder y gloria en nombre de Dios y del Espíritu Santo, proviene el nombre de Jesús: Messie en hebreo y Christos en griego, ambas palabras significan ungido (de crisma, el aceite sacro).  Cristo, el Ungido del Señor.

Por eso, el cristianismo primitivo contempló bautismos con unciones de aceite (Tertuliano, Tratado del Bautismo, 7).

Los griegos, que confiaban el cuidado y manipulación del aceite de oliva sólo a vírgenes o a hombres puros, derramaban aceite sobre e! rostro de los muertos. Ritos eleusinos de origen oriental hacían de este gesto un símbolo de luz y pureza, muy útil para las oscuras moradas infernales.

Esta tradición se encuentra también en los primeros cristianos. Aunque venía de lejos, testimoniaba una verdadera perennidad. El pseudo-Denis lo explica haciendo de esta unción un rito de tránsito a la paz eterna: el aceite del bautismo iniciaba en el combate cotidiano (contra el espíritu del mal).

Para algunos alquimistas, el aceite de oliva es uno de los elementos de la piedra filosofal,  junto con el vino y el trigo.  Un vínculo, pero también un protector.

En África del Norte se pone aceite en la reja del arado antes de abrir el primer surco, ofrenda al Invisible de una materia solar y “caliente”, verdadero rito de una violación que se desea tan dulce como sea posible, para la fecundación de la tierra madre.

Para el sintoísmo japonés, las aguas primordiales fueron de aceite virgen. El aceite en que se lava a los recién nacidos, en todo el mundo, antes de ponerles e! primer pañal.

No es de extrañar que en las fiestas de Navidad, herederas de !as solemnidades del solsticio, los dulces tradicionales de Provenza se amasen con aceite de oliva, como las oblaciones hebraicas: “¡El tiempo que se vuelve frío y el mar que rompe /Todo me dice que el invierno ha llegado para mí / y que, sin dilación, tengo que atesorar mis aceitunas / y ofrecer el aceite virgen al altar del buen Dios!» (Fredéric Mistral).

¿Cómo no creer entonces este proverbio de Provenza: «Marchand d’oli, marchand joli.» Vendedor de aceite, vendedor feliz?

viernes, 2 de marzo de 2018

LA VIEJA CUARESMA.

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma, se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente de los fieles católicos. La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser éstos quemados. Un nuevo principio y una nueva oportunidad para empezar de nuevo.

La Vella Quaresma (la Vieja Cuaresma) es en Cataluña, Valencia e Islas Baleares la representación gráfica de la Cuaresma, periodo de 40 días de reflexión, ayuno y abstinencia en la liturgia cristiana. Un personaje propio de la cultura catalana y de nuestras tradiciones. En Barcelona también es conocida como la “Bacallanera”, en el Pla de Bages “La Sarraïna” y en el Roselló “La Patorra”.

Tiene la forma de una anciana  con siete piernas o pies que va perdiendo a medida que pasan las semanas y se acerca Semana Santa. Va vestida como una campesina mallorquina (conocida con el nombre de Jaia Corema o Jaia Serrada) o como una anciana catalana del siglo XIX con pañuelo en la cabeza, un delantal y ropa oscura. En las manos suele llevar uno o dos bacalaos secos o también puede llevar en una un bacalao y en otra una parrilla o un cesto con verduras o sardinas. Era la encargada de procurar que los niños comieran pescado diciéndoles que: “Si menges carn, sa Jaia Serrada vindrà i se t’endurà” (Si comes carne, la Abuela Serrada vendrá y se te llevará).

Después del carnaval, los banquetes, las fiestas y el desorden dejaban paso al ayudo, la reflexión, el orden y la calma. La comida abundante se sustituía por sopas de aceite, verdura y agua. El pescado sólo se podía comer el domingo.

El personaje ha generado un rico y extenso muestrario de imágenes populares. En casa y colegios se cuelgan imágenes pintadas por los propios niños, usándolo como calendario, que indica cuánto tiempo queda hasta las vacaciones de Semana Santa. La Vella se tiene que colocar el Miércoles de Ceniza y cada viernes se le quita una pierna o pie para saber cuantas semanas quedan para la Pascua. Antiguamente la imagen o figura se quemaba el mismo día del Domingo de Pascua. En otras zonas la Cuaresma se representaba como un bacalao seco del que colgaban siete sardinas.

Es a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX que se populariza este personajes tal y como lo conocemos hoy en día, por medio de un letrero que las pescateras colgaban en sus tiendas para recordar a los clientes que debían hacer ayuno y comer pescado, como una manera de hacer publicidad y vender su mercancía. Una curiosa historia sobre un personaje tan popular y apreciado por los más pequeños.


Esta es la letra de una de las canciones típicas que se cantan en la escuela:

Coneixem una senyora
amb un mocador al cap
un cistell a sota el braç,
i un vestit apedaçat.

És la Vella Quaresma
que aquí ja ha arribat
un peu per cada setmana
fins que s’hagin acabat.

Coneixem una senyora
amb un mocador al cap
un cistell a sota el braç
i un bacallà a la mà.

És la Vella Quaresma
que aquí ja ha arribat
un peu per cada setmana
fins que s’hagin acabat.